El sábado pasado nos acercamos al Centro Cultural Amaia dos + dos = cinco a empaparnos de la propuesta musical de la actriz Leonor Watling, no sé si se escribe así, pero cerca andará.
El conocimiento sobre este grupo era bastante escaso por mi parte, algún hit en la radio-formula de turno y poco más. Al menos yo había escuchado algo, el Sr. T, según sus palabras no conocía nada.
Nada más llegar al auditorio, comprobamos lo acertado de nuestra selección de entradas, fila 2 y centradas.
Empieza el espectáculo, Leonor entra con un vestido negro y botas y labios rojo pasión, estábamos en su misma nariz, en su mocosa nariz, tal como Alejandro, el pianista nos confeso a los presentes.
Uno de los inconvenientes de estar tan cerca era el sonido de la batería, en algunos momentos absorbía el sonido del resto de los instrumentos, aunque como beneficio escuchábamos directamente las trompetas.
Un concierto estructurado en dos partes, una primara más suave y una segunda más rotunda y radical, aunque en algunos momentos un poco difusa.
Como concierto y dado que mis conocimientos previos eran escasos me pareció correcto, una Leonor con una buena voz, unos vientos bien colocados, un bajista flipado, un guitarrista con demasiados pedales, y un pianista comprometido… sobre esto si que no aguanto discusión, cuando voy a un concierto es a escuchar música, canción tras canción, y no para oír las disquisiciones del personal de cómo y cuando hicieron la canción, que malos somos que vendemos balas a nosequiennimeimporta y cosas por el estilo.
Se salvan porque ella era quien era, y no intentaron hacer chistes malos como “las Perras”.
Una buena opción para una lluviosa tarde de sábado, aunque quizá podía haberme quedado viendo a la Bienvenida y la Rey